
2015. “El Patriarca”.
Esa tarde compartíamos escenario en el teatro “Romero San Juan” de San Juan de Aznalfarache (Sevilla). Actuaban muchos artistas a los que yo acompañaba al piano y dirigía el grupo de músicos que se habían ofrecido, fantásticos músicos. Algunos artistas cantaban por sevillanas, otros por rumba, tangos, pasodobles, et., se me acercó en el ensayo y me llamó “camaleón” por la forma de adaptar cada arreglo a cada artista. Durante el espectáculo estábamos frente a frente en el escenario, cuando comenzó a cantar con los brazos abiertos y la guitarra en una mano lejos de hacerla sonar con su otra mano la hacía sonar con su timbre de voz personal y rasgado, se hizo un silencio en el teatro y las lágrimas no tardaron en aparecer, uff… que momento más fuerte, como era él, fuerte y luchador. Cuando terminó el espectáculo se cerró el telón y todos los artistas querían hacerse fotos con los que habían participado, cuando se quedó el escenario vacío solo quedamos Manuel y yo bajo esa luz cenital, él se dirigió a mí y me dijo: “Maestro, usted y yo tenemos que hacernos una foto así, mirándonos cara a cara” en aquel momento estaba conmigo David que tenía un móvil y la hizo. Noté como su mirada a la vez que me decía adiós me transmitía toda la energía que acumulaba en su cuerpo y toda su sabiduría llenándome de una paz absoluta. Manuel Molina quiso hacerme en ese momento un regalo sublime.